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En la casa tenía una escalera de caracol, me imaginaba que era un barco, y me gustaba recorrer todos los "camarotes" de arriba a abajo, le colgaba infinidad de cosas.
Me gustaban los espacios en el campo, aquellos desniveles que hace la tierra dura. Cuando tenía oportunidad me llevaba al campo mis figuras y las zambullía en el polvo y entre los matorrales.
A través del tiempo de una u otra manera he podido disfrutar de los lugares como lo hacía de niño. Alguna vez mi esposa y yo estuvimos un rato, a petición mía, tan sólo sentados en los cubos a un lado del teatro Alarife, en Guadalajara. Quizá internamente me imaginaba pasear mis juguetes sobre todos esos cubos. Lo que si hicimos fue saltar de un cubo a otro.
Me gusta pensar ahora que lugares más grandes, como la ciudad en que vivo, sea un lugar para explorar, palpar, y disfrutar de esta manera. Son lugares así para mí: Los espacios donde la gente se reune a trabajar, los llamados espacios de co-working; los museos, las bibliotecas, los parques, etc.